A
los amantes de la pesca les diré que el río guarda hermosas truchas;
la extrema claridad de sus aguas convertirá su captura en un verdadero
reto para el pescador auténtico. (Quizá en el futuro afrontemos
impartir algún curso de iniciación al lanzado con “cola de rata”
y montaje de moscas artificiales).
En, por ahora, aparente antagonismo con lo anterior, algunas
partes del río son susceptibles de ser recorridas en piragua. Esperemos
que con el tiempo se llegue a regular adecuadamente.
Abajo podemos contemplar dos bellísimas fotos -la primera y la tercera-
de la mítica "Tabla del Águila", en las llamadas "rochas", uno de
los lugares más intrincados y menos accesibles del río. Por algo
se dice, "las rochas: qué bellas, qué duras".
Pero
quizá sea el senderismo, la actividad estrella de cuantas son
posibles en el Parque. La escondida belleza de sus parajes sólo
le será desvelada al esforzado caminante que acepte recorrer
sus intrincadas sendas.




En otoño y primavera, la posibilidad de recolectar distintas
clases de setas es también un intenso acicate para recorrer
los prados y bosques.

Nadie dejará de admirar y escalar con el pensamiento los
orgullosos y expuestos espolones rocosos que hacen guardia en
el valle; pero pequeñas escaladas de dificultad también nos
conectarán con el espíritu de la roca.


Escuchar en otoño la berrea de los ciervos, es una experiencia inolvidable.